En casi cinco siglos, Guayaquil ha sido expuesta a cambios y transformaciones que destacan importantes aspectos de su desarrollo y posición a nivel nacional.
Una de las preguntas más complejas, pero con entrañables coincidencias es la que se les suele hacer a los nacidos en Guayaquil sobre ¿qué significa ser de esa ciudad?
Es que a Guayaquil no resulta difícil describirla; pujante que nació junto a un gran río, de marcado ritmo comercial, hospitalaria -suelen decir- colorida, cálida, trabajadora y, sin duda, intercultural.
Pero, ¿cómo es el guayaquileño? El investigador Gaitán Villavicencio lo define con dos adjetivos calificativos que se unifican, uno de esos es porteño, es decir, nacido en el puerto.
Y eso del cosmopolitismo evidentemente culturiza, dice el sociólogo, que explica que la ciudad se hizo desde el puerto, el malecón artículo el crecimiento urbano de Guayaquil y se impregnó en sus habitantes.
“Entonces, la primera gran seña de identidad, ya realmente esencial, es la cultura portuaria, es decir el porteño”, menciona Gaitán Villavicencio.
El otro elemento clave para Villavicencio es el sentido mercantil que lo hace importante en lo laboral para sobrevivir, “buscando nuevos trabajos ya sea en la formalidad o en la informalidad y esto te va creando, por ejemplo hasta nuevas formas de hablar para asumir la cotidianidad”.
Como parte de su trayectoria, Gaitán Villavicencio se ha enfocado en explorar con análisis crítico las condiciones socioculturales y los procesos urbanos de Guayaquil, por eso señala que en cinco décadas no han cambiado esos dos elementos que resalta.
Para Héctor Chiriboga, también sociólogo y docente de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, en casi 500 años evidentemente existe una marcada transformación cultural de los elementos clásicos de sus habitantes.
Él dice que normalmente la cultura siempre está en movimiento, que no es estática, es dinámica. ”La cultura de los guayaquileños, así como la de los quiteños, o la de los caleños, cambia porque siempre estamos en contacto con otro”, menciona.
Coincide con Villavicencio en que Guayaquil al ser ciudad con puerto, hizo que adicionalmente a otras ventajas comerciales y de movilización, lleguen barcos que traían noticias, libros, “trajeron cosas extrañas, exóticas, de otros lados y eso se fue incorporando, se fue aprendiendo, se fue cambiando una forma de ser”, aclara Chiriboga.
Es que lo que vino de fuera se incorporó a la cotidianidad. Posteriormente, el impacto de los medios de comunicación como la radio o la televisión y el cine, el cable, el satélite e Internet, en general la globalización, ocasionó una transformación que generó el escenario actual.
De todas maneras, dice Chiriboga, si se revisa las noticias en esta época y en meses como este, o en octubre, “siempre verá que se busca recuperar lo anterior, recuperar la tradición que normalmente incluye comida e incluye música”.
Ahora, ¿en qué sentido nos hemos transformado? Hector Chiriboga siente que los guayaquileños de ahora son más abiertos a los cambios, a las transformaciones. “Eso no significa que no seamos un poco conservadores, todavía tenemos eso de ahí, somos religiosos, pero somos religiosos, no mucho más que cualquiera porque en Guayaquil la cosa no es muy distinta que en otras ciudades o países”.
Pero dice que se ha incorporado la dinámica de los personajes televisivos, la crítica política, o la transformación en la gastronomía donde Guayaquil no es la excepción y todo eso implica cambios en la cultura. “Dejaremos de comer encebollado, no lo creo, no dejaremos de comer guatita. Tampoco dejaremos de comer bandera”.
dades más violentas del mundopresentado por el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal.
Es que Ecuador tiene una declaratoria de conflicto armado interno y señaló a al menos 22 grupos delictivos como terroristas. El país presenta 45 homicidios intencionales por cada 100 000 habitantes en 2023 y la situación parece no tener control aunque las cifras de 2024 disminuyen.
Vivimos una situación en la que el miedo está presente en los guayaquileños, dice Chiriboga, “ahora nos guardamos más temprano, evitamos salir, gastamos más en seguridad, aunque sea la seguridad básica (…) Entonces, eso es nuevo, lo estamos incorporando”.
Todo eso da cuenta de un cierto estado de zozobra que, sin embargo, no es permanente, “o quizás es permanente, pero sus manifestaciones no siempre están, es decir, tenemos miedo, pero igual hacemos cosas, igual salimos”, menciona Héctor Chiriboga.
Y de ahí se desprenden otros cambios en la cultura, “Guayaquil en 1820, el 9 de octubre, hubo una clase política que buscó la independencia y hubo un pueblo que se sumó a eso, aquí hubo manifestaciones obreras que buscaban transformaciones para mejorar sus días, hubo una revolución de 1944, 28 de mayo, es decir, había una presencia política de la gente, de la gente común y eso ya se ha perdido”, sentencia Chiriboga.
Así, en casi cinco siglos, Guayaquil ha sido expuesta a cambios y transformaciones donde la migración tanto interna en un principio y externa en otro momento de la historia causó impactos. Gaitán Villavicencio cree que es tal vez la ciudad más diversa del país y se respalda con cifras importantes.
Sin embargo, el crecimiento de la ciudad, su variada población, dinámica comercial, que es clave para el país, la convirtió en un importante eje nacional en tantos aspectos que hacen que destaque entre las urbes más simbólicas de Ecuador, donde el guayaco se convierte en un personaje único y especial.
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